miércoles, 28 de febrero de 2018

La forma del agua (Crítica)


Se demuestra una vez más que Guillermo del Toro es un genio en el uso de la fantasía como medio para contar historias reivindicativas que bien suelen estar relacionadas con otros géneros. En este caso La forma del agua es una historia romántica, con monstruos y espías, pero romántica al fin y al cabo, en la que la crítica social abunda y no se corta en tocar ningún tema, ya sea el racismo, la homofobia o la misoginia. Esto se lleva a cabo fácilmente por el contexto de la historia: Estados Unidos a principios de los 60, en plena Guerra Fría. Y es que lo interesante de la historia son sus protagonistas, los cuales son personas marginadas por la sociedad debido a ese contexto en el que se encuentran. Lo curioso es precisamente que esa sensación de rechazo es la que permite a los personajes conectar entre ellos, forjando entre otras cosas el romance entre la protagonista y la criatura acuática.

Los personajes están perfectamente desarrollados, por lo que no se tarda en empatizar con ellos. Todas las actuaciones son excelentes, pero me gustaron especialmente las de Sally Hawkins, la protagonista, y Michael Shannon, el verdadero monstruo de la historia.

En cuanto a detalles técnicos principalmente me encantaron la fotografía, los vestuarios y la banda sonora. Todo en conjunto hacen que la película sea muy atractiva.

En general la película ofrece una visión muy diferente al clásico cuento de la Bella y la Bestia, con ideas muy originales por todas partes y en la que se nota un amor muy grande hacia el cine por parte del director.
¡Si vosotros también amáis el cine no os la podéis perder!

Nota: 9'3







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